El 10 de octubre se celebró el 20º Día de la Salud Mental, y
para conmemorarlo la Sociedad Asturiana de Psiquiatría organizó una serie de
mesas redondas en el Club de Prensa de La Nueva España. En ellas, se trató el
tema de la salud mental desde los distintos puntos de vista de las personas
involucradas, dando así voz no sólo a los profesionales de la medicina, sino
también a los familiares y a las asociaciones que ofrecen con sus actividades,
día tras día, una puerta abierta a la normalización social de esta enfermedad
tan estigmatizada.
En la mesa redonda titulada “La Depresión: una crisis
mundial”, se alertó sobre el preocupante aumento de los trastornos depresivos,
que si bien hoy constituyen la tercera enfermedad mental en número de casos,
podría llegar a ser la primera en 2030. El presidente del ente organizador,
Pedro Trabajo Vega, quiso recalcar que la Sociedad Asturiana de Psiquiatría son
“una familia que aquí estamos, para reivindicar cosas y enviar mensajes
positivos”. Quizás por ello una de las invitadas a ofrecer su visión de la
situación fue una familiar, Carmen Solar, de AFESA-FEAFES.
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Foto: Julio Bobes, Beatriz R. Viado, Carmen Solar y Pedro Trabajo |
Carmen Solar insistió en que se debe contar con el entorno
familiar, ya que también sufren el impacto del diagnóstico. Por ello pide a los
médicos y psicólogos que les informen y orienten, y de esta forma sus acciones
influyan positivamente en el enfermo. Además, quiso reivindicar el papel del
cuidador principal, que a menudo se siente tan desbordado por la situación e
incomprendido que puede caer en depresión, y anima a los demás miembros del
hogar a que se interesen y se impliquen en el proceso. Esto es especialmente
significativo en los casos (“más del 85% “, recuerda Carmen Solar) en los que
las familias se ocupan por sí solas de los enfermos, sin contar con el sistema
público.
Por otro lado, Beatriz R. Viado, periodista y colaboradora
de la Asociación Juvenil Barataria y de la Asociación de Mujeres Re-cuerdas,
quiso incidir sobre la importancia de participar en actividades y talleres para
superar las barreras sociales que a menudo impone una enfermedad mental. La
periodista indica que en los casos en los que los síntomas se muestran ya desde
la infancia y adolescencia, pueden afectar al desarrollo de la personalidad del
joven, dificultarle la asistencia al colegio e instituto (llegando incluso a
abandonar los estudios en la mayoría de los casos), y complicarle el futuro
laboral y el encontrar personas afines.
En cuanto a las mujeres, Beatriz R. Viado matiza que son una
problemática más amplia ya que tienen que enfrentarse no sólo a sus transtornos
(en muchos casos leves y puntuales, como el síndrome del nido vacío o
depresión), sino a una sociedad que las enclaustra a menudo en la casa o la
residencia, lo que empeora aún más su situación.
“Sólo con las pastillas no basta” asegura la periodista, que
recomienda acudir a las asociaciones para participar en los cursos y talleres. Estos se realizan en centros públicos comunes,
alejados del ámbito médico, que permiten a los alumnos elevar su autoestima y
compartir espacios con personas sin enfermedad, lo que sin duda es un paso
adelante en la normalización y concienciación. Para Viado es importante
destinar más recursos para salir del círculo de la enfermedad e intentar
ofrecer formación laboral para que los jóvenes no lleguen a convertirse en
dependientes de sus familias y puedan labrarse un futuro por ellos mismos.
Julio Bobes, catedrático de Psiquiatría de la Universidad de
Oviedo, ofreció la visión médica y económica de la Salud Mental. Un 25% de la
población sufre a lo largo de su vida una enfermedad de este tipo, aunque no
siempre graves, y sin embargo sólo el 5% del presupuesto dedicado a sanidad se
destina a estas patologías. Para Bobes, esta cantidad resulta insuficiente para
prevenir, investigar y dar tratamiento a los pacientes. Pero recordó que esta
poca dotación económica no es sólo una realidad española, sino que ocurre en
toda Europa. En 2005, los ministros europeos acordaron elevar los recursos
destinados a Salud Mental al 10%, algo que debía haberse conseguido para 2010.
A día de hoy, en 2012, aún no se ha duplicado el presupuesto como se había
prometido, pero Bobes no quiere ser del todo negativo y recalca que aunque aún
quede mucho por hacer, cada día se va mejorando más.
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